Cuando nos piden asesorar un restaurante, en muchos de los casos es el proyecto de vida de una familia, o de un empresario que ha soñado con el crecimiento de su negocio. Esa asesoría nos permite conocer los seres humanos que están detrás y que logran hacernos enamorar de sus sueños hasta volverlos propios.
En una consultoría de restaurantes el trabajo es de todos, no solo del consultor, también del dueño del proyecto y su equipo de colaboradores. Trabajamos duro, hacemos diagnósticos para establecer el punto de inicio, definimos metas, creamos planes, ejecutamos tareas, analizamos resultados y ajustamos el camino para llegar al objetivo.
Cuando alcanzamos las metas, llega la satisfacción de ver consolidar ese sueño y proyecto. No existe nada que nos alegre más que saber que los clientes logran un restaurante sostenible, rentable, organizado y con grandes perspectivas de crecimiento.
Sin embargo, también existe la otra cara de la moneda, cuando los resultados no llegan, cuando existen situaciones de mercado, del equipo de trabajo o de la gestión del dueño del proyecto, que no nos permite cumplir esos objetivos para los que fuimos contratados.
Es el momento donde nos ponemos aprueba con el cliente, porque también hay que reconocer cuando el proyecto no es, ni será exitoso; y con la misma honestidad con la que trazamos unas metas de la consultoría, hay que decir al cliente: “cierra el negocio”. Seguramente no es lo que los clientes quieren escuchar de nuestra parte, pero si lo que como consultores cuidamos son los recursos de él, no podemos recomendar continuar en un proyecto que no logra los objetivos trazados, ni contribuye a los sueños con los que fueron planteados.
Ese momento no es fácil, y como dice mi colega Roberto Ruíz Rua, se debe asumir con tranquilidad y gestionar las emociones propias para ayudar la gestión emocional del cliente ante las recomendaciones que damos. Hacerle entender a nuestro cliente sobre el cierre de su restaurante, también es alcance de nuestra consultoría. En el siguiente paso deberemos llevarlo a encontrar que se debe cambiar para volver a empezar y alcanzar los logros con su proyecto, finalmente aplica con mayor vehemencia el “cambia el plan pero nunca el sueño”.